jueves, 20 de octubre de 2011

MESOPOTAMIA

Después que los amorreos se hubieron consolidado en Mesopotamia, y después de ocupar grandes secciones del país, hicieron de Babilonia su capital y fundaron la primera dinastía de Babilonia. 
El más conocido de todos sus gobernantes es el poderoso Hammurabi, sexto rey de la dinastía, cuyo reinado fue ubicado por Albright y Cornelius entre 1728 y 1686 AC, fechas que son ahora aceptadas en general por los eruditos. 
Hammurabi es más conocido por su 
código, que muestra muchas semejanzas con el código civil de los israelitas, y por esta causa se lo identificó anteriormente con el rey bíblico Amrafel de Gén. 14, identificación que no puede ser correcta por varias razones. Hammurabi logró conquistar toda la parte sur de Mesopotamia después de haber derrotado a Rim-Sin de Larsa, el último rey de aquella dinastía. Entonces se volvió hacia el norte, tomó la gran ciudad de Mari y depuso a su gobernante.
Aún es posible que haya extendido su gobierno sobre Asiria, que se había hecho poderosa en la parte noreste de Mesopotamia durante los dos siglos anteriores. Finalmente el imperio de Hammurabi se aproximó en extensión al de Sargón, unos 600 años más antiguo.
En la época de Hammurabi hubo gran número de producciones literarias. En verdad, fue conocida como la época clásica de la literatura entre los babilonios posteriores. En esa época se escribieron los grandes poemas épicos y mitos de los súmeros. 
Pertenecen a estas grandes producciones literarias el poema épico de la creación "Enuma elish", 
el poema de Gilgamés que contiene el relato súmero-babilónico del diluvio, el poema épico de Adapa, en el cual algunos eruditos han creído descubrir reminiscencias de la historia de la caída del hombre, el mito de Etana, y muchos otros mitos que tratan de las aventuras de héroes y dioses nacionales.
En tiempos de Hammurabi los amorreos llegaron a la mayor extensión de su poder. Este pueblo, habiendo penetrado en las tierras fértiles del Asia occidental a principios del segundo milenio, por infiltración y conquista se había convertido en el señor no solamente de Mesopotamia, sino también de Siria y Palestina, donde formó la clase reinante durante siglos, como lo sabemos por fuentes bíblicas y extrabíblicas. 
Fue la gente con quienes tuvo que tratar Abrahán en Palestina (Gén. 14: 13), y a quienes derrotó Moisés cuando llevó a los hijos de Israel a la tierra de la promesa (Deut. 3:8; 4:47).
Ninguno de los sucesores de Hammurabi lo igualó en talento y cualidades políticas. Aunque la dinastía duró más de cien años después de la muerte de Hammurabi, el reino de Babilonia se debilitó y tuvo que tolerar la infiltración de otros pueblos montañeses conocidos como coseos que finalmente tomaron posesión del país. 

Sin embargo, no fueron los coseos sino 
los hititas los que pusieron fin a la primera dinastía de Babilonia. Alrededor de 1550 AC invadieron el país y saquearon Babilonia.

LA EPOPEYA DE GILGAMESH

En todas las culturas de la antigüedad, e incluso en algunas modernas, existen personajes a medio camino entre la historia y la leyenda que por sus hechos gloriosos se convierten en referente y modelo a seguir por los hombres de esa cultura o civilización.
Para los griegos ese héroe era Aquiles, y también Hércules, para los romanos Eneas, para los egipcios Horus y en el caso que vamos a comentar en este artículo, lo fue Gilgamesh para los mesopotámicos.
Las primeras noticias acerca de este personaje proceden de tablillas datadas en el 2100 a.c., aunque existe mucha más información sobre él posteriormente. Sin embargo es probable que la tradición oral fuera aún más antigua y alcance hasta el 3000 a.c. Es algo que con los datos que disponemos y las herramientas que están a nuestro alcance no podemos afirmar con seguridad.
Hay, sin embargo, apuntes curiosos que quizás nos ayuden a ofrecer una antigüedad aproximada, como que en la versión acadia de este mito, del 1600 a.c. aproximadamente, aparecen algunas palabras sumerias que quizá denoten que existió otra versión del mismo mito para esta cultura anterior. Con lo cual quizás estemos hablando del relato épico más antiguo conservado hasta la fecha.
Al contrario de otros muchos héroes de la antigüedad, cuya realidad histórica no ha podido ser confirmada, en el caso de Gilgamesh sí se puede afirmar que fue un personaje real, documentado.
En la genealogía real sumeria se le menciona como el quinto rey de la I dinastía de Uruk, cuyo gobierno debió producirse en torno al año 2600 a.c. En esta mención se hace constancia de su descendencia divina como hijo de la diosa Ninsum.
Este aspecto para los sumerios era muy importante ya que los conceptos de realeza y divinidad estaban íntimamente relacionados entre sí. Se cree que Gilgamesh debió de haber realizado un reinado colmado de grandes gestas que permitió que tras su muerte los poetas de su época ensalzaran su figura y la convirtieran en mito, haciéndole realizar las proezas más inverosímiles e inauditas que el hombre mesopotámico podía concebir.
Un pasaje interesante del poema de Gilgamesh lo compone el episodio del encuentro y el enfrentamiento entre el héroe y su gran rival, después inseparable compañero, Enkidu.
El génesis de Enkidu fue motivado por la enorme pasión sexual de Gilgamesh, que aterrorizaba a todas las jóvenes de Uruk con sus escarceos y sus persecuciones amatorias. Estas suplicaron a la diosa madre Araru que creara un rival digno de él para que le sometiera y le consumiera las energías.
La citada diosa escuchó sus súplicas y partiendo de un montículo de arcilla creó un ser monstruoso al que le gustaba convivir con los animales y llevar una existencia solitaria por los agrestes bosques de las afueras de Uruk. Este personaje era Enkidu.
Para atraerle hacia él, Gilgamesh urdió una hábil estratagema que daría los frutos deseados. Ordenó a un cazador que acompañase a una prostituta llamada Shamhat hasta el lugar donde habitaba Enkidu, pues tenía la impresión de que con sus encantos lograría arrebatarle parte de su fuerza brutal, y le convertiría en un ser más humano.
Así ocurrió, al yacer junto a Shamhat durante seis días y seis noches Enkidu perdió la posibilidad de comunicarse con los animales y los seres del bosque, conoció la bondad de las mujeres y la vida en la ciudad, y descubrió que le interesaba más que su vida anterior.
Enkidu se puso de camino hacia Uruk, y se enfrentó en una dura batalla a Gilgamesh, lográndole vencer. Sin embargo, fue gentil en la victoria y permitió que el derrotado Gilgamesh siguiera siendo el rey, ya que así estaba dispuesto por los dioses y su linaje divino, y se convirtió en su compañero inseparable a partir de ese momento.
la enseñanza verdadera del Poema de Gilgamesh, como el valor de la memoria y la importancia del honor y la vida virtuosa como medio de lograr el respeto del pueblo, es lo que convierte a una persona en inmortal, no el vivir una vida eterna sin realizar ningún acto importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario